todo ojal tuvo su botón y la solapa se permitió una sonrisa.
El nudo de la corbata se aflojó ante el color exacervado y la chaqueta
reposó abrazada en el regazo.
Cada pernera tuvo su propia pierna
y cada zapato su pie,
una mano siguió al guante y la otra a la manopla...lo que creó un
momento de confusión, pero luego todo se arregló.
El mar lucía su mejor traje azul y estrechado por el despejado cielo
dieron comienzo al baile amenizado por la luna y el sol en un dueto perfecto.
Los pies acabaron la jornada algo cansados
pero se consolaron al ver el brillo en los ojos
y la inflamación de los labios que habían sucumbido
al color y al calor.
-un dia perfecto-murmuró el cinturón.
El vestidor estaba de fiesta, contemplando sorprendido la
complicidad de todos; las polillas no lograron corromper
el corazón de un dia como este.
Poco a poco todos se dispusieron a dormir
soñando sus mejores sueños y saboreando la miel de la felicidad;
los bolsillos y las costuras; cada ojal con su botón;
la solapa y la corbata; la chaqueta abrazando al camisón;
un zapato encima de otro...
cada uno con su ilusión.
Vanessa.
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